lunes, 18 de julio de 2016

Días de DISCOS de VINILO

Hubo una época cuando nadie sabía cuanto pesaba un vinilo (1), no los trataba como piezas de colección, ni los clasificaba como VG o NM (2).  Incluso cualquiera podía envidiar el orden pulcro del coleccionista obsesivo mientras los seguía apilando a un costado, perdía los sobres internos y prestaba los simples.  Las bateas de las disquerías tenían las tapas en exhibición y las placas en sus sobres estaban en los estantes detrás del mostador, porque las ediciones nacionales no traían el celofán sellado, y a lo mejor el disco que comprabas ya tenía un par de pasadas porque en el mismo local lo habían usado en su equipo funcional para promocionarlo.  Me pregunto donde habrán quedado las tapas de Mi Niñez de Serrat y Nuestra Historia de Pastoral, así como el hoy inconseguible Exclusively For Disc Jockey, en cuya tapa quedó guardado el de Pastoral. También me sorprende la fritura de unos Relayer y Equinoccios (3) que tengo por ahí, y no tanto la de varios simples, ya que solían quedar apilados fuera del sobre muy al toque de comprados.  Eran los días donde los vinilos eran la mejor forma de escuchar música, pero a diferencia de hoy, también la única o casi.  Cada hogar tenía su Winco en alguna esquina con su mesita de fierro, y quienes pudieron amoblaron con hermosos combinados (4) apenas salieron.  Después sí las bandejas mas pro a tracción directa o correa y ahí pará con la evolución, porque eso es lo mejor que podés seguir teniendo hoy en día.  No me arrepiento tanto de haber descuidado un poco mis viejos discos como de no haber aprovechado mas las ofertas de las disquerías de usados hasta hace unos cinco o seis años, cuando los albumes que hoy están limpios y prolijitos de $200 en adelante, se amontonaban en rincones polvorientos de a 3 x 100.


(1) Es habitual la leyenda '180g' en las nuevas ediciones de vinilos en alusión a su peso. También he visto de 200g.
(2) Las descripciones VG (very good, muy bueno) o NM (near mint, como nuevo) suelen acompañar las publicaciones de discos de vinilo usados en internet. También está G (good, bueno) y de ahí para abajo ya pierde valor de mercado.
(3) Relayer de Yes y Equinoccio de Jean Michel Jarre.
(4) El combinado es un mueble que contiene el tocadiscos, dos parlantes, un espacio para poner LPs y generalmente radio.



5 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Y el vinilo ahora está tan vigente como los CD, tal vez más.
He conocido a los combinados.

Ricardo dijo...

La diferencia de calidad entre los vinilos nacionales y los importados era en general abismal, salvo aisladas excepciones. Y ni que hablar la presentación (el sobre interno generalmente con letras e info en los foráneos era una rareza en los de acá). y bueno, peor eran los cassettes ...

Aldo dijo...

Demiurgo: Con eso de que conociste los combinados me hacés sentir un anciano!

Ricardo: En un todo de acuerdo.. He hablado de eso algunas veces!

Josep dijo...

Por aquí llamaban radio-gramola a esos muebles que albergaban un sólo altavoz, normalmente de más de 30 cm. de diámetro. El estéreo era una hipótesis, un imaginario escrito en alguna carátula y poco más.

Más adelante, principios de los 80, en un hipermercado Carrefour, con un buen apartado para Lp's, aparecieron saldos, excesos de stock llegados directamente de U.S.A. y entonces me percaté que los que compraba editados en España pesaban la mitad, en ocasiones se doblaban, sonaban peor y empezaban a sisear antes.

Pásmate, Aldo: la oferta, los saldos, son todavía la mayoría de los que forman la colección de la Serie Pablo (ya sabrás: Norman Granz) y puedo asegurar que siguen sonando de maravilla. Y los compré todos, semana tras semana, a un precio del 50% de lo que entonces era moda. Un chollo, vaya. La dependienta casi que me apartaba los recién llegados....

Un abrazo.

p.d.: perdón por la batallita, pero has provocado recuerdos...

Aldo dijo...

Querido Josep, las ediciones españolas evidentemente nada tenían para envidiarle a las argentinas.. Y claro que me acuerdo de las colecciones de Jazz del sello Pablo, maravillosas!