El Héroe del Cassette revisó el cajón del cristalero sin estar muy seguro, porque podía estar ahí o en otro lugar y empezó por el que tenía mas cerca. Encontró esa cámara pocket que no sacaba fotos como la gente ni cuando era nueva, dos cargadores de teléfono celular, celulares viejos que no coincidían con los cargadores, sahumerios que se dejaron de usar por el asma y anteojos de sol con los cristales rayados. Pero no encontró lo que buscaba. Entonces pasó a un cajón de la cómoda y lo mismo, aunque aprovechó a clasificar radiografías y cablecitos de variados conectores.
Finalmente en una caja en el placard junto a otros lentes viejos pero de ver, apareció el
Walkman, que al ser
Aiwa en rigor no era
Walkman -Copyright
Sony mediante- sino
reproductor portátil de cassette. Pero le puso pilas nuevas y andaba. Iba a ser un buen día.
Entonces fue el momento de elegir un cassette de los estantes y eso era fácil, porque sabía que iba a ser un
TDK de los buenos, los negros con cinta de cromo, y había unos cuántos de los que seguidito ponía en la
doble cassetera conectada al sistema de audio. No tanto por lo que hubiera en el
TDK sino para sentir el ronroneo de la cinta, chequear el
Dolby y activar el
autorreverse.
Tenía un plan el Héroe del Cassette, pero nada se veía distinto mientras caminaba hacia la estación del subte con los auriculares. Sin embargo había algo distinto: Sonaba la radio
AM, función que aunque parezca mentira no ha querido o no ha logrado incorporar la tecnología digital mas avanzada.
Ya en el vagón de la D iba a dar el golpe final, pero no enseguida. Porque había cambiado a la función de
cassette y escuchó los últimos minutos del lado que a propósito tenía a la mitad, porque era afín a la causa. Cuando abrió la mochila y sacó el
walkman para dar vuelta el
cassette algunos empezaron a mirar. El pibe de al lado levantó la vista del
smartphone y una señora codeó al marido que estaba en otra, porque a las cosas importantes hay que verlas. Otro hombre le explicaba a su hijo sin éxito, hasta que por insistencia el niño fingió interés.
Pero ese día el
Héroe del Cassette estaba dispuesto a dejar todo y todavía tenía su mejor carta. Sacó la
Bic del bolsillo y se puso a
rebobinar con la birome al viejo modo, para enrollar la cinta que faltaba para que el otro lado empezara desde el principio. Ahí ya no hubo disimulos. El chico del smartphone pidió permiso para sacarle una foto, y envalentonados otros pasajeros también tomaron la suya. Se oían rumores y un trajeado disimulaba unas lágrimas, mientras rebobinaba sin bic quien sabe qué propias historias. Alguien aplaudió.
Quienes no habían prestado atención relojeaban la escena, (porque en el subte todos miran aunque quieran que no se note) y un pibe con bermuda XL y cortecito de Prana le pidió los auriculares porque quería escuchar...
'¡Es Prince!' dijo gritando como gritan todos cuando tienen auriculares.
'Si, la de Batman' contestó el Héroe del Cassette, que supo que su épica ya estaba escrita.